El sábado pasado fue un día muy especial para nuestra región, de mucha emoción y alegría, pues entregamos a sus felices dueños hermosos 480 departamentos, un testimonio de lo que fue la reconstrucción en Tarapacá tras de los terremotos de abril del año 2014.
No fue un proceso fácil, pero fue un camino que recorrimos en conjunto el gobierno, la comunidad y sus dirigentes, el municipio de Iquique y también la empresa privada. Y eso fue, precisamente, lo valioso, la clave del éxito, y lo que es digno de destacar, porque en este largo camino conjunto todos hemos podido aprender.
Frente a la gran dificultad que enfrentamos en 2014, la Presidenta Michelle Bachelet se comprometió a no dejar sola a nuestra gente y a que la reconstrucción no se limitaría solo a restaurar lo que había antes de la emergencia, si no que sería una oportunidad para avanzar en el objetivo que como gobierno nos propusimos: mejorar la calidad de vida de las personas. Y sobre esa promesa, hoy cumplida, hubo un aprendizaje respecto de la confianza.
El sábado, con mucho orgullo y mirando de frente a la multitud de personas que nos acompañaron, pudimos decir: Cumplimos.
Y el resultado está a la vista. Se subió el estándar de la construcción, aumentando casi al doble el tamaño de departamentos donde, por tres décadas, familias completas vivieron casi hacinadas. Se crearon espacios comunes de primer nivel donde será posible hacer una verdadera vida de barrio, con edificios seguros donde se aplicaron las más actualizadas normas antisísmicas y con paneles de energía solar que permitirán a los vecinos y vecinas ahorrar en las cuentas de gas, porque ahora nuestro privilegiado sol calentará el agua que utilicen.
Hoy, los vecinos se sienten orgullosos de sus hogares y de su barrio. Lo dijo una de las propietarias en una de las tantas visitas de fiscalización en el periodo de construcción: antes me daba un poco de vergüenza decir donde vivía, pero ahora me sentiré orgullosa de decir que vivo en Las Dunas.
Aprendimos a ser pacientes y a valorar el diálogo a la hora de resolver nuestras diferencias. El proceso fue largo y no estuvo exento de dificultades, pero valió la pena la espera. Las familias de Las Dunas volvieron al lugar desde donde salieron hace tres años, para abrir las puertas de sus nuevos departamentos… y sonrieron, todos!
Aprendimos que la clave del éxito es la participación y el trabajo en equipo. La reconstrucción de Las Dunas ha sido un esfuerzo de todos y en el proceso se han considerado las inquietudes, opiniones, necesidades y anhelos de muchas personas. Se les ha escuchado y también se ha hecho una gestión eficiente de los recursos para entregar una obra de alto estandar, no sólo digna sino que además moderna y sustentable.
Hoy todos podemos dar fe que es posible avanzar en equidad si trabajamos de la mano, poniendo siempre por delante el bienestar de las familias, como siempre debe ser. Esta es la forma de construir entre todos un Chile Mejor. ¡Sí es posible!