Sabemos que el mayor compromiso que existe en las organizaciones sociales viene desde los adultos mayores.
Sí. Después de sacar adelante a sus familias, después de haber dedicado muchos años de su vida al trabajo remunerado o al doméstico sin remuneración, los adultos mayores siguen aportando a la sociedad, siguen entregando sus conocimientos y sus capacidades, y ese es un mérito y una generosidad a la que todos debemos devolver la mano.
Quienes trabajamos en el gobierno de la Presidenta Bachelet estamos agradecidos de nuestros adultos mayores y, por cierto, reconocemos que en muchas áreas tenemos una tremenda deuda que corresponde ir solucionando, y para lo cual hemos trabajado arduamente en los últimos tres años.
Hoy, el país tiene a disposición de sus adultos mayores el Fondo de Farmacias, que entrega medicamentos para las enfermedades más frecuentes, como la diabetes, la hipertensión, el colesterol y los triglicéridos altos, de manera gratuita en los consultorios. Sin duda, la eliminación del pago de cotizaciones en salud a quienes todavía destinaban un 5 por ciento de sus jubilaciones a estos fines, es un avance más que significativo, tal como ha sido el aumento de un 10% de la pensión básica solidaria.
En este gobierno estamos devolviendo la mano a nuestros adultos mayores cuando promulgamos, la semana pasada, la Convención Interamericana de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, un instrumento que permitirá mejorar las políticas orientadas a ellos, en un marco de igualdad, dignidad, participación social y protección de sus derechos.
Y también estamos trabajando para ellos cuando la Presidenta Bachelet envía al Congreso proyectos de ley que permitirán mejorar significativamente sus pensiones y también las que se entregarán a futuro, incorporando solidaridad intergeneracional a un sistema en que toda la sociedad aporta a quienes están en esa etapa adonde todos vamos a llegar.
En Chile, el 40,1% de los hogares registra la presencia de al menos un adulto mayor. De este total, en el 34,2% la persona mayor se identifica como el jefe o la jefa de hogar, es decir, ciudadanos totalmente independientes y de quienes, en muchos casos, dependen varios más… solidariamente.